Marruecos, un país y una cultura desconocida para mi, pero que me fascinaba poder conocer. Mil incógnitas, mucha incertidumbre, cómo sería el viaje?, qué me podría encontrar?, qué tipo de trabajo social me podría esperar? Cuando me pregunté a mí misma, antes de coger el avión, qué podría ofrecerme este viaje a Marruecos realizando un proyecto social con mi Universidad, nunca llegué a imaginar que podría aportarme tanto en todos los aspectos. Quiero compartir mi experiencia, os invito a seguir leyendo una apasionante y enriquecedora experiencia.
Mi vivencia fue de 5 días intensos por las ciudades de Tánger y Tetuán, apenas tengo palabras para describir la experiencia que he vivido. He tenido la oportunidad de observar su realidad desde bien cerca, de convivir con ella cara a cara y, espero, de poder haber aportado mi granito de arena. Para un viaje como estos es indispensable conocer un poco las condiciones de vida que nos vamos a encontrar allí, a veces se hace duro y sientes mucha impotencia. Es verdaderamente increíble como siendo un país a tan solo 14km de distancia del nuestro, su cultura y su manera de vivir sea tan diferente respecto a la nuestra.
Lo que más me ha enriquecido a nivel personal y especialmente a nivel espiritual es haber podido tener la oportunidad de tratar con gente de allí, hombres que se buscan la vida para poder dar un plato de comida a sus hijos, otros que abren sus talleres de costura por la mañana hasta última hora de la noche, mujeres que están en la calle buscándose la vida… monjas y mujeres que ofrecen sus vidas y su tiempo para los niños y niñas que tienen la gran suerte de estar viviendo en centros sociales, con unas condiciones mínimas porque su infancia ha sido menos buena de la que se merecen. No puedo borrar de mi mente las caras de la gente (sobre todo de los niños) cuando nos veían aparecer en sus centros sociales, tenían tantas ganas de enseñarnos su casa, sus manualidades, sus camas… Es curioso la cara que se te queda cuando los niños te cogen de la mano y te dicen, ¿Por qué has venido aquí a ayudar?, que gracias por alegrarles el día, por jugar con ellos, por ofrecerles tu tiempo. Todo ello hace que se te iluminen los ojos. Se tiran a tus brazos y tú sólo sientes ganas de quedarte allí para siempre.
Gracias a este viaje he aprendido más aún a valorar las cosas, a disfrutar mucho más de la vida, a no quejarme cuando queremos más de lo que ya tenemos. Recomiendo este tipo de experiencia a todo el mundo, es algo que hay que vivir, sentir y disfrutar.
Para mi esta experiencia puede ser muy provechosa para desarrollar el trabajo social en Yeyehelpers. Me ha dado lecciones de humildad y de realidad, aprendiendo a que las personas son más importantes más allá de las riquezas y las posesiones. Que el patrimonio más importante son las personas y los seres más queridos.
Es bonito conocer experiencias de otras personas y compartirlas y por lo tanto aquí os dejo la mía.
LA FELICIDAD ES UN ESTADO QUE NO DEPENDE DE BIENES O RIQUEZAS.